Tengo más de un mes residiendo el la ciudad de León, España, con el que considero mi mejor amigo: Edgar. La experiencia hasta ahora ha sido bastante interesante, muy divertida y llena de experiencias que estoy seguro que no olvidaré; ayer fue una de ellas.
Ayer, fue Viernes. Como es natural y de esperarse, planeamos una salida nocturna en búsqueda de un buen ambiente y pasar un buen rato tomando unas copas.
Como siempre, la caminata hacia el barrio húmedo es bastante larga y cansada, aproximadamente unos 30 minutos, pero al llegar, el cansancio se olvida y comienza la nueva etapa, la etapa en la que ves a toda la juventud leonesa, y la no tan joven ciudadanía de tan peculiar pueblo, divirtiendose y disfrutando del tapeo y las copas que el barrio húmedo y el "León Gótico" tiene que ofrecer; el cual contiene una gran variedad de locales, restaurantes, bares y cervecerías; y según nos cuentan, León es la segunda ciudad con mas bares por metro cuadrado, sólo después de Amsterdam en Europa, cosa que no sabría decir si es verdad o no.
En fin, después de dar unas cuantas vueltas, decidimos entrar a un pub irlandés a tomar unos tragos coquetos (y al decir coquetos, me refiero a lo mas vano y simple que el bacardi tiene que ofrecer; una cuba), una leve charla y una cordial discusión y diferentes puntos de vista acerca de lo que nos enteramos es la situación de nuestras amistades en México están viviendo, fueron el principio.
La decisión de ir en búsqueda de otra aventura fue hecha, salimos e dirección de la plaza mayor, y después de un muy agradable encuentro con un senegalés (el cual era vendedor de piratería), nos hizo dirigirnos hacia la muralla y el castillo de esta antiquísima ciudad, y después de no encontrar nada que se nos apeteciera, empezamos a tomar rumbo hacia el "piso", el cual, como ya había mencionado, está un poco retirado.
Antes de siquiera salir la zona del barrio húmedo, un peculiar leonés, llamado Ezequiel, el cual era llamado por sus amigos como "Chygrynsky" por su parecido al nuevo jugador del Barcelona F.C., se nos acerco y nos pregunto por una dirección equis, al enterarse de que somos pseudo-turistas que no tenemos mucho tiempo en la ciudad, y que somos nativos de México, cosa que le causó emoción, nos invito a tomar una cerveza con el y sus amigos que estaban en un bar de tapas, no muy lejos de donde nos encontrábamos.
Finalmente, decidimos acompañarlo, lo cual desde mi punto de vista resulto ser productivo, ya que por primera vez conocíamos a alguien con quien podíamos platicar, más allá de trivialidades.
La noche empezó a transcurrir y con ella, las rondas de cervezas; la discusión empezó a tornarse como siempre con mucho tinte político, cabe destacar que nuestro nuevo conocido era un fuerte creyente en el comunismo, y nosotros naturalmente somos fervientes amantes de las ventajas y lujos que nos da el capitalismo mexicano.
Esta conversación se convirtió en un intercambio de conocimientos de historia de ambas naciones, tanto la española, como la mexicana; este intercambio de conocimientos resultó, al menos para mí, en algo de extremo interés histórico y cultural, y más aún, viniendo de un ferviente comunista, lo cual, tengo que recalcar que no me molesto ni afecto en ningún sentido.
Al cabo de unas cuantas cervezas, Ezequiel quiso salir de aquel lugar, el cual creo que estaba por cerrar.
Nos dirigimos hacia un "antro", sinceramente, ni Edgar no yo teníamos idea de hacia donde nos dirigíamos, únicamente nos dedicamos a seguir la caminata de Ezequiel y uno de sus amigos.
Llegamos al antro y para nuestro agrado, Rayando el Sol de Maná era la canción que tocaban. Después de varias cervezas y unas cuantas canciones, me di cuenta que este intercambio sería una gran aventura, y en ese momento tengo que confesar que estaba teniendo un gran momento de diversión,
Ese fue el día que pinto una pauta en mi vida, este intercambio sería una experiencia, que nunca me permitiría olvidar, pero al final de la noche, la Luna pudo más que nuestros cuerpos y partimos hacia la cama más incomoda en la que he dormido en mi vida... la de mi cuarto.
En fin, una noche por al barrio húmedo.